viernes, 23 de enero de 2015

¿De dónde viene el odio entre suníes y chiíes?

Vamos a rematar estos artículos sobre los musulmanes, con algo que lleva en el tintero muchos siglos. Con una guerra que cada año mata a miles de personas en el mundo y que parece que no va a acabar en un breve espacio de tiempo. Ambos ensalzan mayormente lo mismo en cuanto a doctrina, pero todo comenzó allá con el siglo VII como hemos comentado en anteriores artículos.

La sucesión de Mahoma no es un tema que pasar por alto, y es por ello que si bien uno de los bandos (chiíes) decía que tendría que ser su yerno el heredero (Ali); el otro decía que el heredero tenía que ser Muáwiya. La guerra se produjo, ganando los suníes y cambiando la historia para siempre. 

¿Pero es realmente ese el factor por el que en el siglo XXI siguen pasando acontecimientos violentos entre ambos? 

Lógicamente no lo es.  Y aquí vamos a desentrañar lo que está importando a día de hoy para que ocurran atrocidades entre ellos:

1º- La figura del Imán: los chiíes consideran a sus doce imanes como las máximas autoridades del estado islámico, descendientes directos de Mahoma. Por el contrario los suníes creen en los califas, o personas que contactan directamente con Dios, sin que esa habilidad tenga que ser por descendencia.

2º- Doctrina: si bien suníes cierran su doctrina con el Corán y los dichos y hechos del Profeta; chiíes, creen en el mesianismo, o la llegada de un mesías que les guiará por el camino correcto (el doceavo imán).

3º- Relación con el gobierno: los líderes chiíes son bastante independientes de los gobiernos, los cuales reciben el diezmo de la gente llamado "zakat", siendo poderosos por sí mismos. Por contra, los suníes, dependen económicamente del gobierno y su líder tiene poca importancia dentro del mismo.

4º- Representación de sus santos: mientras los chiíes los representan y veneran a modo santuario; para los suníes es totalmente una vejación, detestando cualquier representación o mediación entre el hombre y Alá.

5º- Irak y Bahréin: la mayoría de su población (en torno al 70%) es chií, pero sus gobiernos son suníes, por lo que cualquiera puede imaginarse la falta de soberanía popular que hay en esos países y los constantes enfrentamientos.

6º- Fundamentalismo: no hay duda de que ambas corrientes tienen subcorrientes que llevan hasta el final lo que dicen sus respectivos credos. Por supuesto, son los radicales los que se meten en batallas y no la población en general.

¿Conclusión?

Las diferencias no son demasiadas doctrinalmente, y tienen un fondo común; no hay sentido para la guerra.

Antonio Valle Padilla

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