La fila de la derecha
1. La medicina al servicio del antisemitismo
El
nazismo, tras años de investigación y por medio de las teorías y
trabajos de grandes biólogos y médicos encontrará en el campo de la
medicina un lenguaje más perfeccionado para apoyar sus metas.
Las
primeras tesis favorables a la superioridad del pueblo alemán, así como
el origen de las ideas antisemitas adoptadas por Hitler, serán vertidas
por el zoólogo alemán Ernst Haeckel a partir del Origen de las especies
de Charles Darwin. Haeckel enviará a dicho autor una obra de la que se
destacará una grandiosa propuesta para la relevancia universal del
darwinismo desde detalles tales como la embriología hasta la formación
del Estado-nación liberal. Como trasfondo de todo ello se desprende la
proclamación de la superioridad del pueblo germano.
El
darwinismo en Alemania pedirá la intervención para controlar la
selección y evicción de la degeneración de los grupos humanos,
desembocando en la tesis de que los tipos sociales más idóneos
sobrevivirían y se impondrían; y la raza más idónea debía estar en
guardia contra la enfermedad y los procesos de deterioro.[1]
Las ideas de Hackel empezarán a mezclarse con las de Gobineau, que explicaba
el tema de la superioridad alemana en múltiples de sus obras, las
cuales estaban imbuidas de los textos de Houston Steward Chamberlein,
llamado a ejercer una notable influencia en Adolf Hitler. Charmberlein
centró su interés en las teorías de Darwin en el tamaño del cerebro
humano como clave del progreso de las razas y del proceso evolutivo: la
frenología se incorpora a las bases de la medicina alemana, siendo el
estudio de la configuración craneal la base de sus investigaciones.[2]
Son estos los orígenes de la higiene de la raza, término utilizado por Alfred Ploetz. Sus
principios se centrarán en la frase “mantener la calidad de la raza”:
la higiene racial será aplicada por medio de medidas imprescindibles
para mantener y perfeccionar la raza humana, medidas tales como eliminar
a los incapaces de cada raza. Por este motivo será partidario de enviar
al frente a los ejemplares inferiores de la raza.[3]
Gracias
al auge de la biología y los estudios médicos del momento acaecidos en
suelo germánico, Ploetz fundará en 1905 la Sociedad para la Higiene
Racial con el fin de investigar los principios de las condiciones
óptimas para el mantenimiento y el desarrollo de la raza.
Otros influyentes racistas van a ser H.F.K Günter, con su Teoría racial del pueblo alemán,
que fue impartida de motu propio por él mismo; y Ernst Lehmann, el cual
explicaría que el individualismo es un tumor que había que extirpar,
refiriéndose a las teorías de sumisión del individuo respecto al
conjunto de la sociedad alemana.
Ésta
y otras teorías proporcionarán una base científica a las
esterilizaciones nazis, una de las técnicas más practicadas en los
campos de concentración propios del régimen nazista.
Eugen
Fischer, Erwin Liek, Ludwig von Bertalanffy, o Otmar von Verschuer
serán otros expertos alemanes interesados en la materia, siendo el
último, Verschuer, tutor de nuestro próximo protagonista.
2. Los experimentos del ángel de la muerte
En
1937 se afilia al partido nazi una de las figuras más representativas
dentro de los campos de concentración, así como de los horrores
acaecidos en los experimentos médicos llevados a cabo en Auschwitz,
Polonia. Hablamos del doctor, Josef Mengele, conocido como el ángel de
la muerte. A pesar de su importancia histórica, este personaje no será
conocido públicamente hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial gracias
al testimonio de los presos en los campos de concentración.[4]
El
doctor Mengele era conocido por su extraña ética y gusto por la
profesión que llevaba a cabo. Durante su estancia en Auschwitz, esperaba
a los futuros presos junto al andén para elegir a los más aptos para la
experimentación. Así, con un solo gesto, Mengele decidía quien moría
rápidamente en la cámara de gas, colocándolos en una fila a la derecha
suya, mientras que a su izquierda seleccionaba a las mujeres jóvenes y
hombres con mejor estado de salud para practicar sobre ellos sus
experimentos.[5]
Los
experimentos llevados a cabo por Mengele eran del todo diversos: desde
experimentos sobre congelamiento para saber cómo tratar la hipotermia en
los casos acontecidos en el frente ruso; pasando por experimentos
relacionados con enfermedades como el tifus o la malaria; la observación
de los efectos del gas mostaza, bombas incendiarias, distintos venenos e
incluso las altas presiones sobre los presos, etc.
Uno
de los campos más trabajados por Josef Mengele fue el relacionado con
la higiene social, la esterilización, con el fin de encontrar un método
más rápido y con menor esfuerzo. Desde la exposición a rayos X y cirugía
hasta las inyecciones intravenosas de iodina y nitrato
de plata fueron algunos de los medios utilizados para esterilizar,
finalmente, la cifra aproximada de 400.000 personas.[6]
Josef
Mengele, en relación con las teorías nazis del momento, llevará a cabo
la experimentación masiva sobre gemelos con el fin de observar los
paralelismos y diferencias en la genética y eugenesia de los gemelos,
así como obtener información acerca de la manipulación del cuerpo de
manera antinatural con experimentos tales como la inyección de tintes o
colorantes en los ojos de los pacientes para observar el posible cambio
de coloración del ojo, realizar trasplantes de un cuerpo a otro, así
como coser a ambos gemelos con el fin de crear siameses.[7]
Los
tullidos, los enanos, los bebés, etc., eran otro campo de investigación
importante dentro de la rutina diaria del doctor muerte. Mengele
estudiaba detenidamente el cuerpo de los mismos llegando incluso a
operar a los mismos en vida, sin anestesia, con el fin de comprobar la
capacidad que poseen dichos cuerpos a la hora de resistir un dolor de
dicho potencial antes de, finalmente, morir.[8]
No
sólo se experimentaba con “especímenes estrambóticos”, también se
buscaba crear nuevas mutaciones a partir de los fetos de las mujeres
embarazadas dentro del campo de concentración. La eugenesia y la
gestación humana fueron estudiadas de forma fidedigna gracias a la
situación en Auschwitz de nueve mujeres embarazadas, una por cada mes de
gestación y, según los intereses del experimento, los fetos eran
extraídos del vientre materno para analizar los cuerpos post mortem o,
por el contrario, eran analizados sin necesidad de matar a la madre.
Los
experimentos médicos nazis se posicionaban en dos líneas: los llevados a
cabo por mandato del régimen con un fin concreto o por complementar una
ideología favorable al mismo y los realizados por el mero interés
científico, como los anteriormente descritos.
Así como en Auschwitz, en Dachau también llegan a cometerse crímenes semejantes o incluso mayores.
3. Las vidas perdidas
Las
diferentes políticas e ideologías acometidas durante el Tercer Reich,
así como los sucesivos experimentos y avances acontecidos en los campos
de concentración trajeron consigo consecuencias de lo más variopintas,
desde el exterminio de sectores poblacionales tales como los judíos o
los gitanos, hasta el estándar perfecto de mujer alemana, rubia y de
anchas caderas.
En
lo que respecta a las futuras tasas de natalidad y mortalidad debemos
aplicarle el número de muertos producido en los campos de concentración
así como el de personas discapacitadas permanentemente, esterilizadas,
mutiladas, debilitadas o con una fuerte carga psicológica. [9]
Las
causas penales de estos crímenes no fueron pocas: en 1947 los médicos
capturados por el bando vencedor fueron juzgados en Estados Unidos en el
denominado “Juicio de los doctores”. A consecuencia de la barbarie
llevada a cabo en suelo alemán, Leo Alexander y Andrew Conway Ivy
elaborarán un decálogo titulado “Experimento médico permisible”,
conocido como el Código de Nuremberg, el cual tratará sobre el
consentimiento del paciente, evitar dolor innecesario y sufrimiento, así
como otras creencias éticas y morales.
Otros
muchos personajes de los crímenes llevados a cabo en los campos de
Auschwitz o Dachau, entre otros, consiguieron escapar de las posteriores
reprimendas y huir a países extranjeros donde aún se aceptaba en alto
grado, a los altos cargos nazis, como en Argentina, Brasil o incluso
España. El caso del Doctor Josef Mengele será uno de los más conocidos.
Debemos
explicar además que la medicina avanzó en campos que, con anterioridad,
nunca habían sido tratados de forma tan clarividente, como es el caso
de la experimentación con humanos a bajas temperaturas o la exploración
de cuerpos humanos vivos. En el contexto alemán, los campos académicos
de la antropología, la biología así como la medicina se reformularon en
términos raciales y eugenésicos, que desembocaron en programas de
identificación, esterilización y asesinato que, hoy en día lógicamente
no se promueven, pero cuyo campo de investigación se mueve en las mismas
bases de experimentación.[10]
[2] Hacia
1935, el instituto de investigaciones raciales, adscrito a las SS,
envió una comisión científica al norte de la provincia de Jaén, con
objeto de estudiar el ancestro alemán en los descendientes de los
colonos alemanes que repoblaron aquella comarca en tiempos de Carlos
III. A todo nativo que presentara un certificado de nacimiento, expedido
por la parroquia, en el que constara un apellido alemán, le daban cinco
pesetas por dejarse medir y estudiar el cráneo. (Eslava Galván, Juan. Los años del miedo. Pág. 157)
[8] El
doctor Miklos Nyszli, uno de los ayudantes de Mengele, comentó: “Bañé
los cuerpos de inválidos y enanos en una solución de cloruro de calcio y
los cocí en tintas para que estos esqueletos pudiesen llegar a los
museos del Tercer Reich, con el fin de mostrar la necesidad de
exterminar a las razas inferiores”. (Rubio, Ana. Los nazis y el Mal […]. Pág. 146.)
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