Si parece viable una Cataluña
independiente, quizás resultase pertinente enfocar la cuestión desde otro punto
de vista.
Admitiendo que la
autodeterminación es un derecho de los pueblos, y en el supuesto caso de que de
forma democrática la mayoría de sus ciudadanos se decantaran por la misma,
habría que plantear la posibilidad de que esta se produjese de forma que para
España tuviese los mejores resultados.
La independencia favorecería a
España al contar Cataluña con un superávit fiscal que supondría un ahorro para
las arcas españolas.
No podemos olvidar
que nos movemos entre conceptos de imprecisos límites, entre apariencias que
pueden llegar a confundir al más experto. Hemos recogido anteriormente como el
principio a la autodeterminación, aparentemente democrático, puede
contraponerse a la teoría del derecho de autodeterminación.
Esta dificultad es
la que lleva a que no existan soluciones únicas ni normas explícitas que
regulen cada una de las situaciones que puedan darse en cada uno de los
pueblos. No podemos hablar del principio de autodeterminación como un derecho,
es más bien un principio político o de derecho natural sin protección jurídica
internacional influenciada por varios aspectos, como por ejemplo el político.
Es por ello que,
en el mejor de los casos y en un clima económico estable parece fiable la autodeterminación
de la Comunidad catalana.
Entiéndase de
nuestro trabajo que una Comunidad Autónoma como Cataluña, con un número de
parados alto, unas infraestructuras que llegan a compararse con las de la
capital madrileña, unas instituciones deficitarias tales como el sistema de
trenes y la implantación de peajes, etc., no tendrá fácil la puesta en vuelo
hacia una economía sostenible sin el mantenimiento del Estado español.
De todo ello se
derivan pues otros problemas como la viabilidad en las cámaras españolas de una
independencia catalana y, si ello pudiera conseguirse, su posterior aprobación
por un Tribunal Constitucional fuertemente arraigado en las doctrinas
nacionales españolas.
Si tenemos en
cuenta la situación económica catalana en la actualidad y la posible
deslocalización de empresas del territorio catalán a consecuencia de
circunstancias tales como la aparición de mayores aranceles y fronteras a nivel
nacional y europeo, podría entenderse que es más que complicada la evolución de
una economía de nivel autonómico. Sumémosle además, a este inconveniente
económico, el problema de la creación de estructuras a partir de una economía
autonómica y que en poco tiempo debe estructurarse hacia un plano ya no
nacional, sino posiblemente europeo.
Haciendo hincapié
en aspectos tales como el paro, es cierto que gran parte de los nuevos países
surgidos en la Unión Europea, una vez independizados, han conseguido bajar sus
tasas. Uno de los factores más importantes a contribuir en dicho aspecto es la
creación de embajadas en otros países, la creación de nuevos organismos
gubernamentales, etc. Esto no podría darse en el supuesto catalán que, como
gran parte de la población conoce, ya posee embajadas en diversos estados
siendo una Comunidad Autónoma.
Desde el otro lado,
España sufrirá la pérdida de una de las principales Comunidades Autónomas a
nivel económico y mercantil, lo que puede traer consigo la restructuración de
gastos para el resto de comunidades e incluso la quiebra económica de aquellas
localidades con graves problemas fiscales.
Es sabido que en
tiempos de crisis la división estatal tiende a hacerse más patente. Se busca,
como es lógico, el beneficio propio antes que el de un conglomerado de pueblos,
tal y como ocurre en el seno de la Unión Europea. La problemática llega cuando
de éste conglomerado de pueblos, España, se sostiene una economía común:
parecería lógico hablar que, ante los ojos de la Bolsa Europea, la secesión
catalana puede traer consigo el consiguiente aumento de la prima de riesgo y
plantear serios problemas económicos tanto en el pueblo español como en el
catalán.
Decretamos, ante
la pregunta ¿Es viable económicamente una Cataluña independiente?, que si se
solventan los problemas e inconveniente en materia económica y política que
venimos exponiendo durante todo el trabajo, sí parece viable una Cataluña sin
España. La historia presenta antecedentes históricos tales como el de Croacia o
los distintos estados surgidos de los conflictos en los Balcanes que, en la
actualidad, han podido desarrollarse sin problemas.
Quizás, desde un
punto de vista europeísta no interese dicha división territorial tanto en
cuanto la finalidad de la Europa moderna no es más que la unión de sus pueblos,
sus economías, sus políticas, etc. Una solución intermedia hacia la viabilidad
o no de una Cataluña independiente podría ser una acción acertada: abogar por
un estado cantonalista como Suiza o un estado federal similar al modelo alemán.
El actual sistema autonómico español presenta diferencias graves entre las
diversas comunidades que no harán más que traer consigo intentos
independentistas o partitarios del resto de Comunidades Autónomas
En virtud de lo
anterior cabe exponer una de las ideas en torno a la cual se ha movido el
contexto de nuestro análisis. Recuerda el clima catalán a la Liga Norte
italiana de Umberto Bossi: un territorio norteño víctima de las actuaciones
estatales y de una inculta población al sur, capital humano de su economía, que
sobrevive de economías asistidas de las que el pueblo norteño no disfruta.
La crisis
económica por la que atraviesa el país crea diagnósticos abiertos sobre la
economía de Cataluña; nosotros simplemente hemos querido acercar la visión más
crítica del conjunto de argumentos que, tanto unos teóricos, influidos o no por
el auge nacionalista, intentan implantar sin argumentar un fundamento firme en
sus anteriores dictados.
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