martes, 16 de septiembre de 2014

 

 

¿Qué es un politólogo?

Para algunos, ésta es la primera vez en su vida que escucha o lee la palabra “politólogo”; mientras que para otros, simplemente suena a risa. La gente no confía en la política, y mucho menos aún no quieren escuchar ni en pintura eso de “ciencia política”. “Nos roban ya lo suficiente como para que se crean ahora ciencia”; pensarán muchos. Vamos a desentrañar en este primer artículo de conceptos, qué es exactamente un politólogo, cuáles son sus principales funciones; y cómo no, remataremos el asunto, con esa “batalla” político vs politólogo.


¿Cómo podemos definir la palabra “politólogo”?


Partiré de la definición que da la RAE sobre este vocablo: “Persona que profesa la politología o tiene especiales conocimientos de ella.” Para variar, esa primera búsqueda no nos sirve absolutamente para nada, y busco por ello la palabra “politología” para que nos quede claro: “Disciplina que estudia la política”.


Eh.... sí exacto; para los que se hayan quedado igual, decir que simplemente lo que la RAE nos quiere decir, es que el politólogo es aquel que sabe como pocos de política; que lee sobre ello, investiga y se interesa en lo que puede. El politólogo es sabio de la disciplina y lo demuestra cada vez que tiene opción. Los argumentos son sus herramientas y la demagogia el enemigo.


Nadie dice que haya que estudiar la carrera de ciencias políticas para ser politólogo; si bien es la manera tradicional en la que una persona es llamada de esta forma.


¿Cuáles son las principales funciones de un politólogo?


Sin ninguna duda, más que funciones, yo las llamaría cuasi-deberes; pues un experto en política debería no solo asesorar a aquellos que lo necesiten; sino que también, debería de llevar una actitud activa en cuanto a esas habilidades, plasmándolas de infinitas maneras.


Es así que los veremos de asesores de los políticos (dando o no la cara al público); los veremos dando conferencias sobre algún tema que incumba en la política (pocos se salen de su disciplina); y por supuesto con más de un blog como este promoviendo la cultura y evitando los prejuicios sobre los que caen a día de hoy estas figuras poco conocidas; pero que sin ellas, poco a día de hoy sería posible.


¿En qué se diferencia un político de un politólogo?


1º- Conocimientos: si bien ya he comentado que el politólogo es experto en política; el político por gracioso que parezca no tiene porqué serlo (de hecho pocos lo son). No son demasiados los que tienen esta carrera de ciencias políticas; y en cambio, sí que son mayoría los que tienen estudios secundarios no muy propicios para la carrera política, e incluso los que no pasan de bachiller.


2º- Argumentación: si bien unos prometen y prometen y no dicen ni cómo lo harán en el futuro, ni cuándo; los otros lo tienen bastante claro, ya que usan argumentos basados en su conocimiento para llegar a obtener la solución útil a un problema político.


Deberíamos de “ponerle una cruz” a todo aquel que diga que hará una política u otra y no explique cómo plasmarla. Nos quieren “vender una moto” que ya a estas alturas está demasiada cara de comprar. Preguntemos más, seamos críticos y no creamos sin argumentos, sin datos, sin realidad detrás de toda palabrería. Sé amigo del politólogo, y no de cualquier político.


3º- Ideología: el politólogo a lo largo de su camino preparando el mundo político, ha alcanzado tal sabiduría de ciertos temas, que su ideología está fundada. Ellos son los que podemos decir que tienen verdadera ideología (repito que cualquiera puede ser politólogo sin necesidad de estudiar la carrera; tan solo hacen falta una serie de directrices que nombraré a continuación); al contrario que la mayoría de los políticos de hoy que hacen lo que les manda su partido, y que si están ahí es por el interés que les produce.


¿Cómo ser un verdadero politólogo?


  • No aceptes las cosas como verdades absolutas: investiga aquello que escuchas y aquello que crees, porque estamos plagados de prejuicios que nos hacen más mal que bien.

  • Pregunta por qué: no solo se acepta algo porque es racional; sino que hay que ir al objeto del problema, por qué esto y no aquello.

  • Lee: leer es la mayor fuente de conocimiento que tenemos. Cualquiera puede hacerlo y depende directamente de nosotros.

  • Predominio de la razón: si bien la superstición es buena en ciertas ocasiones; cuando hablamos de un problema/necesidad que se presenta en la sociedad, nada debe dejarse al azar. A mayor preparación, mayor racionalidad de elección de una política y mejores resultados deberá de tener.


¿Conclusión?


El politólogo y el político no se parecen en nada a día de hoy, y debe lucharse por llegar al extremo contrario; que los políticos sean los mejores politólogos del país; para poder escoger la mejor política posible en unas determinadas circunstancias dadas.


Di no al siguiente vendedor de tres a cuarto y hazle preguntas para ver qué sabe verdaderamente. Como diría Kant: "Sapere aude" (atrévete a saber).

Antonio Valle Padilla.

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