lunes, 16 de marzo de 2015

LA POLITICA DE EEUU

EN TIERRA HOSTIL: ESTADOS UNIDOS
Presentamos a Estados Unidos como una de las potencias mundiales más importantes, si no es la que más, en el panorama internacional. Debido al papel que Estados Unidos desarrolla en áreas tales como la economía, las relaciones entre países, el mercado e incluso los conflictos bélicos y como las actuaciones estadounidenses afectan al resto de países, como ya se contemplara con la crisis financiera actual, no resulta extraño que la máxima figura y/o representante del país norteamericano levante tanta expectativa en el contexto mundial.
Estados Unidos se caracteriza por ser un territorio de marcado carácter federalista donde la libertad del ciudadano parece primar sobre cualquier otro concepto de tipo estatal; es por ello que, con el fin de preservar esa libertad, el poder que dichos ciudadanos otorgan al gobierno debe ser dividido funcionalmente. La división clásica de este poder se entorna hacia la idea de Montesquieu, quien parte la autoridad estatal en tres tipos de poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial.

La problemática de esta división surge cuando los teóricos americanos constatan que dicha división puede romper el concepto de “libertad ciudadana” y buscan un giro de tuerca a este sistema. Así nace el sistema de “checks and balances”, un sistema basado en que procedimientos de control aseguren que ninguno de los tres poderes esté por encima de los otros tres.

Este sistema concebido como una balanza está constituido en su vástago central en la figura del Presidente de los Estados Unidos de América al cual se le dota de una serie de cargos que no hacen más que regular y soportar los diferentes clivajes por los que puede pasar este proceso. 

 

 

 

El Presidente del Gobierno y, por ende, del Estado norteamericano acumula grandes atribuciones respecto a su cargo tales como ser el jefe del Ejecutivo, comandante supremo, dirigente de su Partido y como decimos, jefe de Estado. Además es importante vislumbrar a la figura del presidente como una entidad que cumple cuatro funciones relacionadas con el sistema político y con la consiguiente labor de equilibrio del sistema de checks and balances comentado; estas funciones se entornan respecto a cuatro vías: aquellas funciones en las que el presidente establecerá el orden de prioridades del sistema político; las funciones en torno a las cuales se considera al presidente como cabeza al frente y por tanto como aquella persona que debe tomar la iniciativa; las funciones propias a su cargo como gestor administrativo del gobierno y, finalmente, la función del presidente como imagen central, punto crucial, del sistema norteamericano.

Pasando a desgranar las funciones que explicamos del presidente podemos decir, en primer lugar, que dicha figura se caracteriza como determinadora del orden de prioridades; si bien llega a manejar la agenda de forma independiente e incluso a establecer un orden del día con los asuntos que considere más importantes, cosa que lo distingue del resto de presidentes estatales a nivel mundial, esto influye de forma clara en el ámbito concerniente al poder legislativo ya que el presidente estudia la mayor parte de propuestas de ley que van a votarse en el Congreso.

Respecto a aspectos más personales de su figura, el presidente de Estados Unidos no sólo goza de poder legislativo de la forma indirecta que antes comentábamos, sino que también posee la correspondiente iniciativa y derecho a veto de que le dota el cargo en su función de cabeza visible o quien lleva la iniciativa del pueblo americano.

 

 

En su tercera función como gestor administrativo, el presidente es la figura sobre la cual recaerá la responsabilidad final para la administración de las diversas políticas y programas estatales así como el nombramiento, influencia y supervisión de cada uno de los más altos cargos de la Administración, lo cual no hace más que reafirmarlo como una pieza clave en el sistema de checks and balances americano.

Finalmente, el presidente norteamericano se alza como una imagen, como el primer norteamericano al frente de la nación, lo cual lo dota de una importancia internacional y confirma de todo punto que la política en territorio americano busca en el presidente el funcionamiento correcto en base a una serie de objetivos y fines para el sistema de gobierno establecido. América busca por tanto que los distintos poderes no abusen entre sí y que, al mismo tiempo, estos se interrelacionen para que la lógica de la separación de poderes actúe con totalidad; la figura del presidente ayuda a dicho equilibrio.

Las funciones que anteriormente explicamos y que por ende refuerzan la teoría de que bajo la entidad del presidente norteamericano se engloba una amplia cantidad de poder nos darán pie a explicar el sistema de campañas electorales del país.

Teniéndose en cuenta la importancia que representa la imagen del Presidente de los Estados Unidos de América parece lógico que si comparamos el proceso electoral americano respecto al español las diferencias serán más que notables.

En primer lugar debemos tener en consideración el fanatismo que despiertan las campañas electorales en el seno de la sociedad americana. Si observamos que las campañas electorales americanas empiezan a gestionarse casi dos años antes de las consiguientes elecciones la diferencia con el sistema español parece más que notable. Es tanta la importancia y el fanatismo que se otorga a dichos comicios al otro lado del Atlántico que parece que las elecciones españolas carezcan de importancia incluso entre sus nacionales; aparecen conceptos tales como el “caucus” o reunión de miembros del partido para debatir los méritos de los diversos candidatos, el “voto paja” o la votación efectuada por los miembros del partido acerca del candidato que prefieren y “las elecciones primarias” en las que los miembros de los partidos dan su voto a los candidatos.

Respecto a este punto es importante destacar aspectos relacionados al mismo como las convenciones que se realizan con anterioridad a los comicios e incluso los debates televisados. Si bien en España el carácter solemne y pragmático brilla con fuerza, los debates y comicios americanos son todo un espectáculo hacia la población y los distintos medios de comunicación presentes.

La economía y la financiación de los partidos es un aspecto importante a tenerse en cuenta si diferenciamos el sistema español del americano. Si bien los candidatos que se presentan a la presidencia en Estados Unidos deben hacer frente a los problemas que plantean las temáticas expuestas, como por ejemplo la larga duración de los comicios, también deben estar en continuo contacto con donantes, grupos de presión y grupos con intereses políticos que financien su campaña. Este aspecto, en principio, no ocurre a nivel español si bien, debido a los últimos casos de corrupción en la península, parece que quizás el sistema americano sea el más factible a la par que trasparente.

 

 

Resulta curioso además que tanto la campaña española como la americana sea criticada por una mayoría de nacionales propios. La diferencia radicará en que, debido a la importancia del cargo americano, la influencia tanto a nivel nacional como mundial de influir en asuntos de calado público y la dura prueba que suponen estos comicios para los candidatos sean algunos de los medios que acrediten para el ciudadano de a pie americano que el cargo de Presidente es uno de los más importantes y, por ende, su candidato debe estar en consonancia a dicha importancia.

La crisis, los movimientos sociales actuales, la fácil interacción entre el ciudadano y las élites políticas, etc., son aspectos que influyen por igual al país europeo como al americano observándose como las clases sociales de todos los estratos empiezan a mostrar altos índices de desafección política hacia las clases políticas lo que, si bien en el territorio español, influiría de manera decisiva, en el territorio norteamericano, debido al enorme papel que toman los representantes políticos y, en especial, el Presidente electo de los Estados Unidos de América, podría llegar incluso a desmoronar un sistema gubernamental norteamericano sustentado en la figura del citado presidente del gobierno.

Finalmente pasamos a comentar los problemas derivados del sistema de gobierno norteamericano: las suspensiones de pagos.

En primer lugar, debemos definir la suspensión de pagos o “sequestration” como el nombre con el que se conoce en nuestros días al “Budget Control Act” o Acta de Control Presupuestario que ya se diera en 2011. “Sequestration” es por tanto una simple denominación trazada por el Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernankeque, para definir el recorte de 85.000 millones de dólares de gasto público.

Este mecanismo fiscal de secuestro podría entrar a funcionar, a consecuencia de su entrada en vigor, con un primer tramo económico de recorte estimado de unos 110.000 millones de dólares de los 1.2 billones de dólares previstos en la franja anual entre 2013 y 2021 y a dividir entre todos y cada uno de los Estados que conforman la nación norteamericana y entre todos los sectores de carácter económico que lo forman.

La problemática económica estadounidense deriva de su formación gubernamental y estatal. Si recordamos el sistema de checks and balances que veníamos comentando, cuando no se presentan intromisiones por ningún poder externo en las diversas actividades atribuidas a los tres poderes se producen desvaríos, clivajes, que hacen que el ciudadano medio desconfíe de las estructuras. Se vierte entonces el problema social en el ámbito económico: aparece el supuesto de “accountability” o rendimiento de cuentas y los ciudadanos buscan mayor transparencia en las áreas que más les afectan, las económicas y sociales.

Este hecho choca radicalmente con la teoría económica llevada por Estados Unidos, principalmente, en tiempos de crisis, el endeudamiento y la consiguiente emisión de deuda propia cuando el estado no puede soportar mayores problemas fiscales y por tanto toca su techo.

    

El techo de deuda estadounidense es el término por medio del cual se define al límite legal de endeudamiento establecido en el país norteamericano con el fin de que éste cumpla sus obligaciones financieras. En los momentos que el gobierno americano sea consciente de que el presupuesto nacional es deficitario, es decir, que las pérdidas superen a las ganancias, el gobierno acude a la exteriorización de deuda para afrontar el pago de esa diferencia.

Nos encontramos entonces con un ciclo vicioso de proporciones rocambolescas: si el gobierno estadounidense se financia principalmente por impuestos y con la emisión de bonos del Tesoro, cuando el techo deficitario es alto los impuestos suben y los bonos del Tesoro dejan de ser atractivos por los compradores por lo que, mientras el país pierde una fuente de ingresos éste sigue subiendo, aunque en menor manera, su déficit y, por ende, crece el malestar del pueblo norteamericano que, a su vez, empieza a desconfiar de las instituciones, incluso de la representada por el Presidente del Estado lo que trae consigo un debilitamiento de la figura de dicho personaje y, lógicamente, esto le hace recular en otras cuestiones gubernamentales que como consecuencia hacen que el sistema de checks and balances en la que descanse el gobierno norteamericano tiemble de sobremanera.

Si saltamos el charco, esta problemática afecta también a los países europeos: si el país más poderoso a nivel mundial tiene problemas, ¿quién puede socorrerlo? Todo lo que le suceda a Estados Unidos, como potencia mundial, afecta a todas las economías y gobiernos mundiales y, por ello, los mercados de todo el planeta quedan afectados.

Si la mayor potencia económica del mundo entra en recesión las consecuencias para la economía mundial serán devastadoras.

Los políticos americanos critican duramente la política española a consecuencia de los problemas económicos que sufre el país debido a los diversos acontecimientos que han venido produciéndose con el devenir de los años, así sea con las malas políticas a largo plazo tomadas por José María Aznar o por las políticas expansivas llevadas a cabo por José Luís Rodríguez Zapatero ante un inminente periodo de crisis. Aunque el sistema americano tenga múltiples y mejores formas de hacer frente a un problema que el español, las políticas llevadas a cabo por George Bush hijo y Barack Obama ni se desvinculan demasiado de las tomadas por los gobernantes españoles ni se diferencian demasiado de en qué momento se tomaron. Lo curioso también es que, aunque los hechos se repitan, la crisis económica española es sólo un grano de arena de la gran marea levantada por Estados Unidos años antes en sus mercados bursátiles.



No hay comentarios:

Publicar un comentario