viernes, 19 de diciembre de 2014

SEXO Y GUERRA (Parte I)


Hablamos de Primera Guerra Mundial o Gran Guerra para referirnos a uno de los mayores conflictos armados acaecidos durante la historia de la humanidad. Desde el punto de vista demográfico y social, son múltiples las repercusiones que dicho enfrentamiento trajo consigo, con ejemplos tan claros como la desestructuración de las familias como de los problemas relacionados con la natalidad que se producen en los años siguientes.

No van a ser pocos los historiadores que traten de explicar los lazos de unión entre dicho conflicto mundial y sus múltiples repercusiones en el aspecto sentimental y sexual de la vida de los soldados y los civiles, así como tampoco van a ser un número menor aquellos entendidos que ilustren a la sociedad del momento como una sociedad que acaba de superar vestigios ideológicos contrarios a las relaciones abiertas del momento.

Haciéndose observancia de factores, características y cualidades de la sociedad del momento, nos centraremos en el ámbito concerniente a la relación de ambos sexos en el contexto de la Primera Guerra Mundial, partiendo de las ideas expuestas por Stefan Zweig al explicar que en ninguna otra esfera de la vida pública se llevo a cabo un cambio tan radical en el lapso de una generación como en el de las relaciones entre los dos sexos.

Los años locos: la galantería
En torno a 1990 nos encontraremos con diversos aspectos sociales que influyan en la concepción del sexo y las relaciones sentimentales en la sociedad del momento. La conciencia social, la concepción del matrimonio, la economía, así como otros factores van a propiciar dicho cambio.

El éxodo rural propio de las reformas económicas e industriales acontecidas en los años anteriores, así como la remuneración salarial de hombre y mujeres va a traer consigo que los jóvenes del momento dispongan de sus propios ingresos y, en consecuencia, sean independientes, buscando con dicha independencia la felicidad.

Surge la idea burguesa de que para poder ser feliz se necesita amar. Esta concepción de la vida afectará a múltiples ámbitos de la persona y sus relaciones con el otro sexo.

El amor es la base de toda pareja. El matrimonio debe afirmarse en un sentimiento recíproco, dejándose de lado el matrimonio por conveniencia, que resultará del todo vergonzoso. Se pasará de la idea de que es necesario amar a la esposa o al marido a la idea de que hay que vivir los amores que se presenten: el entusiasmo por casarse, el aumento de los divorcios y el adulterio son muestra de ello.

Continuarán las teorías eclesiásticas ligadas a la sexualidad y la virginidad, aceptándose que el amor y el placer son indisociables. Las relaciones dentro de la pareja serán más igualitarias, no aceptándose la dominación del hombre sobre la mujer.

Aparecen nuevos lugares donde la gente pueda conocerse, situaciones más allá del trabajo, el campo o las fiestas del pueblo. Nace el término “fiebre del sábado por la noche”, caracterizado por una mayor libertad de los jóvenes.

Aunque el número de festividades de carácter tradicional se reduzca, se aumentan los lugares de ocio tales como el cine, las salas de fiesta y las cafeterías, en las cuales se organizaban bailes. Vals, Fox-Trot, Charleston, así como otros bailes hicieron necesario que los jóvenes supiesen bailar para disfrutar del amor.

Se adquiere la costumbre de salir: la bicicleta y otros medios facilitan el transporte rápido de una fiesta a otra. Se empiezan a aceptar en público a las parejas que no estén casadas.
A pesar de que la sociedad no acepte la relación de un joven con una mujer sin casarse con ella, las relaciones prematrimoniales aumentarán de forma más que considerable: se extenderán las caricias, así como el beso en la boca, hasta el momento inmoral, valorándose el beso profundo, símbolo de pasión y amor. Se comienza a abrazar a integrantes de la familia tan cercanos como los bebes y los hijos, hijos que recíprocamente también acariciarán y expresarán su cariño a sus parientes.

La guerra hizo mella en este ámbito, y es que si bien las relaciones se encontraban en progresiva modernización, el conflicto simplificó la técnica amorosa.

Se utilizará el amor en el contexto de la guerra: se colocaron carteles que recomendaban a las mujeres terminar la relación si su pareja no se alistaba en el ejército; las cartas de amor desde los campamentos son abundantes, caracterizadas por sus faltas de ortografía y su retorica ardiente y romántica; los encuentros ocasionales y rápidos, así como las aventuras pasajeras y nada discretas se hicieron propias del momento.

Javier J. Trillo

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