jueves, 16 de octubre de 2014

¿Quién manda en el mundo?

¿Quién manda en el mundo?
Explicaba el tan entendido José Ortega y Gasset que en el mundo mandaba cada grupo de conveniencia; pero quien manda en el mundo ejerce, en su efecto, un influjo de carácter autoritario sobre él.

El término “pluralismo” se refiere a la existencia de numerosos grupos de ciudadanos que luchan entre sí para conquistar el poder – o ejercitarlo en la sombra. La mejor imagen para entender esta teoría es la del mercado económico. En un mercado económico una empresa puede dominar durante muchos años pero siempre llega un momento en que la relación de fuerza cambia. El politólogo Robert Dahl es uno de los grandes teóricos del pluralismo.

En un espacio pluralista, cualquier agente social puede tener acceso al gobierno. Pero se impone la ley del más fuerte. El que más peso consiga se convierte en interlocutor legítimo del poder.

En la actual situación de crisis mundial que vivimos queda patente que los gobiernos no son realmente los órganos que detentan el poder mundial. Aquellos que manejan los mercados, los bancos, las grandes entidades, son a veces quienes deciden qué país es próspero y cual se ve amenazado por la miseria.

No parece tan descabellada la idea de que aparezcan organizaciones que desde la sombra manejen los hilos del mundo.

Diversas son las teorías de conspiración avaladas todas ellas por una llamativa cantidad de pruebas circunstanciales que apuntan a la posibilidad de que diversos grupos de influencia, desde las sombras, detenten un poder mucho mayor que el de los gobiernos democráticos actuales.
Estos grupos son los que detentarían el valor de las guerras, las distintas revoluciones, las modas y las etapas históricas vigentes, convirtiéndose desde el anonimato en los arquitectos del futuro.

A lo largo de los tiempos, la identidad de estas figuras ha ido evolucionando. Tradicionalmente se pensaba en sociedades secretas como la Masonería o los Iluminati, que maquinaban para influir en el curso de los acontecimientos.

Desde hace algún tiempo, la opinión pública está también muy sensibilizada con el poder que ejercen los grupos y clubes de reflexión, redes de influencia o reuniones de líderes mundiales como el Foro Económico Mundial de Davos y sobre todo el Club Bildelberg, grupos donde el regateo de las élites queda más que patente.

Explica Adam Smith en su obra “La Riqueza de las Naciones” que cuando los miembros de un mismo gremio se reunían, rara vez era para pasar un rato; su finalidad era conspirar contra el público o subir, de manera concertada los precios.

En estas reuniones se citan, una vez cada año, políticos, bancarios, empresarios, dueños de medios de comunicación y expertos de máximo nivel, a puerta cerrada, para tratar temas de actualidad y el curso de los acontecimientos durante los próximos tiempos. No son pocas las teorías que hacen pensar que muchos de estos grupos no sólo reflexionan, sino que deciden el curso de los acontecimientos, convirtiéndose en un gobierno mundial que organiza y manipula sin haber sido elegido democráticamente por nadie.

Desde que se desató la reciente crisis financiera la opinión pública se ha ido haciendo más consciente del poder de los bancos e instituciones capaces de torcer hasta la voluntad de los mayores gobiernos del mundo. Entre lobbies financieros y agencias de calificación que dan y quitan su beneplácito arruinando estados, un nombre brilla, el Goldman Sachs. Antiguos miembros de esta empresa se están recolocando en puestos del máximo poder económico en gobiernos de todo el mundo, como el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, o el Primer Ministro de Italia, Mario Monti.

François Hollande: “Mi verdadero adversario es el mundo de las finanzas”
“Mi verdadero adversario no tiene nombre, ni rostro, ni partido. No se presentará a las elecciones y, sin embargo, nos gobierna.”, anunció François Hollande ante casi 20.000 seguidores reunidos en el amplio hall del Parc des Expositions de Le Bourget.
Fuente: El Mundo. 23/1/2012

Con el extracto ofrecido anteriormente es de consideración observar cómo gobiernos poderosos tales como el francés son conscientes de que, actualmente, el mundo, Europa o la propia Francia no llegan a ni siquiera gobernarse por un grupo de personas elegidas de manera democrática; son los bancos, el valor del dinero, las finanzas quienes verdaderamente gobiernan sobre la sociedad. Podemos llegar a decir, sin temor a equivocarnos, como existe una amplia red corporativa global, una corporatocracia o gobierno de las corporaciones, en las que una variedad de grandes empresas controlan, no sólo ya los designios de un país en determinadas materias, como podría ocurrir con determinadas empresas bancarias en España, sino que llegan a controlar incluso designios sociales a escala mundial.

El sistema democrático no carece ya de vicio, carece de forma. En una sociedad en la que la separación entre el pueblo, los gobernantes y los “grandes” es más amplia que incluso en sistemas dictatoriales, hablar de democracia es hablar meramente de una utopía.

Javier J. Trillo

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